Dadas las condiciones climáticas de Madrid el riego es prácticamente imprescindible en jardinería local.
El riego representa uno de los mayores costes de la jardinería, tanto a nivel de obra, por las instalaciones requeridas para su automatización, como en el posterior mantenimiento del jardín, debido al coste del agua y del mantenimiento de las instalaciones, por lo que su ajuste y racionalización son extremadamente importantes.
Al diseñar un jardín en Madrid, tanto por motivos económicos como ecológicos, conviene evitar grandes superficies de cultivos con altos requerimientos hídricos, entre los que cabe destacar por su alto consumo el césped.
El agua a emplear en cada caso se puede determinar mediante fórmulas empíricas o a partir de mediciones directas, mediante diversos métodos.
Además de los factores climáticos y tipos de cultivos influyen en la cantidad de agua a aportar por riego factores como los tipos de suelo, drenaje, topografía, calidad del agua empleada, y otros factores, como son los microclimáticos característicos de cada jardín (orientación, sombreados, densidades de plantación, consolidación de las plantaciones) y la eficiencia del tipo de riego empleado (aspersión, goteo, etc.).
El objetivo nuestros artículos es brindar a nuestros seguidores unas pautas claras y sencillas que os sean de ayuda. Por ello os facilitaremos unos requerimientos medios por cultivos que habrá que retocar en cada caso particular. Para un mejor ajuste en A DOS estamos a vuestra entera disposición.
A diferencia de la agricultura donde el riego está destinado a la obtención de un rendimiento económico de las cosechas, el riego en jardinería trata únicamente de garantizar un buen estado vital y ornamental de las plantaciones, lo que deriva en unas necesidades de riego considerablemente menores.
Por ese motivo para el cálculo empírico del riego en A DOS utilizamos la metodología desarrollada por Costello y su equipo en 1991 en la Universidad de California, tomada de un artículo del Dr. Ingeniero Agrónomo Manuel Muncharaz Pou, de la Universidad Jaume I de Castellón. En general la metodología seguida coincide con la propuesta por el Canal de Isabel II en sus normas para Redes de Reutilización, versión 2007.
Las necesidades de agua se determinan por el método del balance hídrico propuesto por la FAO y se simplifica considerando despreciables las pérdidas de agua en percolación profunda y escorrentía y no se consideran posibles ganancias procedentes de aguas interiores.
Se considera que para conseguir el equilibrio hídrico, el total de las pérdidas del sistema están representadas por la evapotranspiración y ésta debe quedar compensada por la suma de la precipitación efectiva y el agua aportada por el riego.
Para los datos climáticos se han tomado las medias de las series históricas disponibles durante los últimos 30 años para tres estaciones meteorológicas bastante completas de la Comunidad de Madrid, que son Barajas, Aeródromo de Cuatro Vientos y Retiro. Posteriormente los datos climáticos medios se han introducido en el programa CROPWAT-8 desarrollado por FAO para el cálculo mediante el método de Penman-Monteith de la evapotranspiración potencial.
Siguiendo las pautas anteriormente descritas y tomando para coeficientes de cultivo, eficiencia del riego y otros factores de corrección valores medios, o los que se presentan con mayor frecuencia, os ofrecemos la siguiente tabla de necesidades de aporte de agua para cada mes, diaria en cada mes y por tipos de cultivo por metro cuadrado de superficie cultivada, en el caso del césped y superficies de arbusto. En el caso de los arboles el dato ofrecido hay que multiplicarlo por los metros cuadrados de la proyección normal de su copa sobre el suelo.
Siempre hay que tener en cuenta que al ser obtenidos de datos climáticos medios, en los periodos donde la dotación de riego resulte nula, conviene observar directamente que haya humedad en el suelo, sobre todo en cultivos de tipo perenne. También os recomiendo que aprovechéis épocas de moderados requerimientos hídricos y con actividad vegetativa para inducir en las plantas cierto estrés hídrico que favorece su desarrollo radicular, principalmente en el otoño y primavera tempranos, que además suelen ser periodos de lluvias en Madrid.
J. Luis Alonso Alonso
Ingeniero Agrónomo y Paisajista