El mantenimiento de este cultivo comprende todas las labores destinadas a conservar en buen estado tanto de salud como ornamental y a corregir las incidencias que suelen presentarse.
En este artículo no se citarán labores de corrección de defectos de construcción o de problemas del substrato que se presentan frecuentemente, ni la fertilización y el riego, labores a las que se dedicarán artículos en exclusiva. Tampoco le elección del tipo, variedad o mezcla de semillas ni patologías. Para cualquier duda en referencia a estos temas puedes contactar con nosotros y te ayudaremos a solucionar cualquier problema.
Se comenzará describiendo las tareas que se aplican con menor frecuencia hasta las más frecuentes.
Así las principales tareas rutinarias de mantenimiento del césped son:
- Descompactación: a menudo debido al pisoteo, o trascurridos unos años del establecimiento del césped el terreno se apelmaza y se compacta en exceso, lo que repercute en problemas el césped, desde menor permeabilidad a problemas de densidad. Para ello se recurre a máquinas que extraen cilindros de más de 10 cm de profundidad con una determinada densidad permitiendo la descompactación del terreno. Tras realizar esta operación se aplica una siega y retiran los cilindros extraídos del terreno. En algunos casos después se procede a recebar el terreno con mantillo o arena, pero generalmente no es necesario. Una vez aplicada no será necesario en principio volver a realizarla al menos en tres años para céspedes ornamentales. Recomiendo realizar esta operación al principio del otoño o al final del invierno.
- Escarificación: se trata de retirar el fieltro que puede formarse en la superficie del suelo por acumulación de restos de siega, partes muertas de la gramínea, restos de hojas, etc. Estos restos pueden llegar a impedir la circulación de agua y aire provocando asfixia radicular y posibles patologías. Se realiza raspando la superficie con rastrillo o con máquinas de corte vertical que pasan unas cuchillas de forma superficial levantando el fieltro y sacándolo a la superficie. La frecuencia en que es necesario aplicar esta labor es como mucho de forma anual. Como en el caso anterior se recomienda realizar esta operación al principio del otoño o final del invierno.
- Resiembra: se aplica en zonas localizadas donde hay calvas o bien en general para aumentar la densidad. Previamente se ha de determinar la causa de estas circunstancias para corregirla.
La resiembra en el caso de calvas localizadas debe realizarse con mezcla de semillas de la misma composición que la existente con el fin de evitar la formación de rodales de diferente aspecto. Para zonas localizadas se debe levantar el terreno base mediante rastrillado, esparcir la semilla en la dosis de siembra indicada (g/m2) y cubrir posteriormente con mantillo o cubresiembras.
En caso de resiembra general debe aprovecharse para realizar la operación tras una escarificación y previamente al extendido de mantillo. Dependiendo de la densidad se aplicarán dosis en torno a la mitad que la recomendada de siembra. Es aconsejable, siempre que se pueda, aplicar varias labores de forma simultánea. Las épocas más favorables para realizar esta operación es el otoño temprano o el invierno tardío.
- Escardas: para mantener una pradera homogénea y formal el mejor método es la escarda previa a cada siega de todas aquellas plantas que rompan la homogeneidad. En una pradera de gramíneas suelen ser tréboles, gramas, y especies de compuestas u otras de hoja ancha y crecimiento rastrero, que no se eliminan con la siega. En praderas muy afectadas por especies de hoja ancha se puede aplicar un herbicida selectivo para hoja ancha (especies dicotiledóneas) durante la primavera temprana.
- Siegas y perfilados: la siega además de mantener la vegetación a una altura determinada, favorece la formación de un verdadero tapiz vegetal, denso y poblado, ya que fomenta el desarrollo de hijuelos.
Debe de aplicarse a una altura tal que el desarrollo de los tallos principales no perjudique el de los hijuelos, lo cual según especies y el uso que se dé al césped determina las alturas de corte, que varían entre los 3 y los 8 cm de altura para céspedes ornamentales. En cualquier caso una siega nunca debe rebajar en más de un tercio la altura del tapiz.
Existen varios tipos de máquinas destinadas a la siega del césped, de tipo helicoidal, rotativo, etc. Cualquiera que sea, lo más importante es que las cuchillas estén bien afiladas para que produzcan un corte lo más limpio posible sin generar desgarros que provocan marchitez posterior del césped y favorecen la aparición de patologías.
Cualquiera que sea el tipo de máquina de siega la altura de corte no es completamente homogénea debido a la geometría del corte de las propias máquinas. Por eso conviene en siegas consecutivas trazar trayectorias diferentes al realizar el trabajo, siempre que sea posible cruzadas.
Viene bien que las plantas estén hidratadas antes del corte, pues los tejidos turgentes permiten que el corte sea más limpio, pero en ningún caso conviene que la hierba esté mojada. Después de la siega conviene aplicar un riego para evitar deshidrataciones.
En cuanto a la recogida de residuos de siega, solo se pueden dejar en el terreno cuando estos sean escasos y de pequeño tamaño, de manera que pasen desapercibidos y se incorporen rápidamente al suelo, sabiendo que el hecho de no recogerlos obliga a aplicar siegas más frecuentes. En algunos casos, debido al uso del césped, por ejemplo, en verano en las zonas de piscina, o cuando la cantidad de residuos sea muy elevada por estar el césped muy crecido, presencia de hojas en otoño, etc es necesario retirar los residuos de siega. La mayoría de las máquinas cuentan con cesta de recogida, pero se incrementa el tiempo empleado para la siega.
La frecuencia de la siega viene determinada por el crecimiento del césped y éste por las condiciones climáticas, el riego y la nutrición. En general, para cumplir las condiciones citadas anteriormente, recomiendo siegas semanales en los periodos de crecimiento, otoño temprano y medio, primavera y verano y cada 15 días el resto del año, pues como hemos dicho la siega favorece el ahijamiento con formación de nuevas plantas y esto ocurre fundamentalmente en otoño e invierno.
J. Luis Alonso Alonso
Ingeniero Agrónomo y Paisajista
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